Artritis reumatoide (AR)

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune que causa una inflamación crónica de las articulaciones. (Las enfermedades autoinmunes son enfermedades que ocurren cuando los tejidos del cuerpo son erróneamente atacados por su propio sistema inmunológico). En la actualidad, no está del todo claro qué es lo que desencadena la artritis reumatoide. Lo que sí sabemos es que los cambios hormonales, el tabaquismo y la herencia son factores que aumentan el riesgo de contraer la enfermedad (tanto individualmente como en combinación). La herencia y los cambios hormonales son factores que no podemos controlar, pero dejar de fumar y mejorar los hábitos de salud sí podemos. La artritis reumatoide es más común entre las mujeres que entre los hombres, y aunque la enfermedad puede afectar a personas de todas las edades, la edad media es de 55 años.

La AR afecta principalmente a las articulaciones, pero también puede afectar a otros órganos en un 15-25% de los casos.

La artritis de las articulaciones implica la inflamación de la membrana sinovial. Las articulaciones se hinchan, se vuelven sensibles y calientes, y la rigidez limita su movimiento. Con el tiempo, múltiples articulaciones se ven afectadas (poliartritis). 

Las articulaciones más comúnmente afectadas son las pequeñas articulaciones de las manos, los pies y la columna cervical, pero las articulaciones más grandes como el hombro y la rodilla también pueden verse afectadas. La sinovitis puede provocar la atadura de los tejidos con pérdida de movimiento y erosión de la superficie de la articulación, causando deformación y pérdida de función.

El nódulo reumatoide, que a veces se encuentra en la piel, es la característica no articular más común y se produce en el 30% de las personas que tienen AR. Es un tipo de reacción inflamatoria conocida por los patólogos como «granuloma necrotizante». Se desconoce el proceso patológico inicial en la formación de nódulos, pero puede ser esencialmente el mismo que el de la sinovitis, ya que en ambos se producen características estructurales similares.

No se conoce la prevención ni la cura de la AR, pero los tratamientos pueden mejorar los síntomas y retrasar el progreso de la enfermedad. El tratamiento modificador de la enfermedad tiene los mejores resultados cuando se inicia de forma temprana y agresiva.

Los objetivos del tratamiento son minimizar los síntomas como el dolor y la hinchazón, prevenir la deformación de los huesos (por ejemplo, las erosiones óseas visibles en las radiografías) y mantener el funcionamiento diario. 

Esto se aborda principalmente con medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME); para ayudar a controlar el dolor se puede utilizar la actividad física en dosis, analgésicos y fisioterapia. Por lo general, la AR debe tratarse con al menos un medicamento antirreumático específico. No se recomienda el uso de benzodiacepinas (como el diazepam) para tratar el dolor, ya que no parece ayudar y tiene riesgos asociados. 

Se recomienda la práctica regular de ejercicio físico, ya que es seguro y útil para mantener la fuerza de los músculos y la función física general. La actividad física es beneficiosa para las personas con artritis reumatoide que experimentan fatiga.

Si sospecha que tiene reumatismo, es importante que se ponga en contacto con un médico lo antes posible, tanto para descartar cualquier otra enfermedad que pueda estar causando su condición, como para obtener rápidamente el tratamiento adecuado, en caso de que se le diagnostique alguna enfermedad reumática. Las enfermedades reumáticas que no se tratan, especialmente la artritis reumatoide, pueden hacer que la función de las articulaciones se deteriore y aumente el dolor. Por lo tanto, no espere más de lo necesario para ver a un médico y obtener un diagnóstico.

APPOTEK puede ponerle en contacto con un médico o remitirle a un especialista en reumatología para el diagnóstico y el tratamiento de la AR.